Al menos en algún momento de nuestras vidas, todos hemos pensado: «Oh, mañana lo haré. Hoy estoy cansado», o «hoy tengo mucho que hacer. Mañana me lo tomaré con calma». Es natural. El ser humano solo tiene el deseo de realizar las actividades que le dan placer, como comer y descansar.
Cuando la tarea es algo que parece aburrido y aburrido, es absolutamente normal posponer la actividad varias veces. Tal vez la voluntad de lograrlo nunca llegue. Y si vas a esperarla, es posible que estés quieto para siempre y nunca logres tus objetivos.
Prioridades y disciplina
La capacidad de hacer cosas que no nos gustan tanto o renunciar a algo más divertido a costa de algo más agotador es uno de los factores que diferencian a las personas que tienen éxito de las que solo se quejan. Y para desarrollar plenamente esta habilidad entra, en primer lugar, la autodisciplina.
Renato Russo ya dijo que la disciplina es libertad. Aunque la disciplina parezca algo represivo, algo que te recuerda realizar tareas que te resulten aburridas o aburridas, de hecho, tener disciplina es liberador. La disciplina tiene que ver con el orden, no tan represivo, sino constructivo, porque representa el compromiso.
Origen del término disciplina
En latín, la palabra disciplina significa enseñanza – tanto es así que, en la escuela, se enseña la disciplina de las matemáticas, la del portugués, etc. En la antigua Grecia, los pensadores griegos tenían discípulos que no eran más que aprendices. Es decir, la disciplina tiene más conexión con el aprendizaje que con la obligación. En el sentido personal, la disciplina aumenta la capacidad de aprender, y luego el siguiente paso es lograr. Quien disciplina se convierte en maestro y discípulo, o aquellos que tienen disciplina se convierten en un maestro de uno mismo, lo cual es muy liberador.
Receta para el éxito
Perseverancia, esfuerzo, dedicación, talento: todos estos son ingredientes importantes en la receta para el éxito. Pero lo más importante, de manera impreterible, es la disciplina, es la capacidad de realizar una tarea incluso si no te gusta, no te apetece. Sin disciplina es imposible cumplir cualquier objetivo. Desarrollar la disciplina es volverse responsable, serio, con claridad de propósito y lograr resultados que alimenten la motivación. Así, podemos lograr cualquier meta esbozada en nuestra vida.
En resumen, la disciplina es la forma en que lidias con tus responsabilidades. Es decidir qué se debe hacer y, a partir de eso, hacer. Es una virtud extremadamente importante, una cualidad que abre puertas y permite a la persona desarrollar otras cualidades. Cuando dejamos de lado la disciplina en nuestras vidas, terminamos teniendo problemas. Las personas más disciplinadas son más productivas y suelen ir acompañadas y con gente alrededor porque transmiten confianza.
Cualquiera puede tener autodisciplina. ¿Quieres pruebas? Cierra los ojos durante cinco segundos. Listo. Tener autodisciplina es controlar lo que quieres hacer y tienes que hacerlo. Por supuesto, los niveles varían de persona a persona, sin embargo, todos, si lo desea, pueden comenzar a desarrollar su propia disciplina. Es importante saber que no es algo rápido, sucede de la noche a la mañana. Hay muchos altibajos durante el proceso. Lo importante es mantener el optimismo por encima de todo.
La importancia de la motivación
La disciplina está estrechamente ligada a la motivación, el motor impulsor para conseguir cualquier objetivo. Por lo tanto, mentaliza los buenos pensamientos, porque la calidad del pensamiento controlará tus sentimientos e influirá positivamente en tus actitudes. Si alguna vez recuerdas que tal cosa es aburrida, se volverá aburrida. Piensa siempre en el lado favorable, que siempre existe, para que produzcas un sentimiento positivo que ayude a poner en práctica la tarea. Piensa en lo bueno que puede ser para ti y hazlo.
Nunca tendrás ganas de hacer gimnasia porque es natural que los humanos acumulen energía durante largos períodos de dificultad. Sin embargo, si crees que la gimnasia es buena para tu cuerpo, mejora el estado de ánimo y la calidad de vida, es un incentivo para levantarte del sofá e irte. Y cuando empiezas a hacerlo, es aún más fácil. Piensas: «¡Guau, qué bueno es aquí!». Empieza a hacer y llega la voluntad, porque la acción siempre precede a la emoción. Todo el tema de la disciplina pasa por este aspecto, simplemente obedeciendo órdenes que tú mismo te das a ti mismo. Y siempre decidir los pedidos correctos.